[Desde el cafetal] En la troja del café Monte Solís

Fotógrafo invitado: Ezer Santacruz. 

En la altura el aire es más frío, pero también entra más limpio a nuestros pulmones. Parece que también se limpian los ruidos del tráfico, las nubes se ven desde otra perspectiva y las montañas se pueden dibujar con los dedos.  En asuntos de café, la altura es crucial. Las plantas de café necesitan altura para desarrollarse, por eso no vemos cafetales en zonas llanas.

La altura también es un elemento que define la densidad del grano, la calidad de taza. Si bien hoy no estuvimos en las altas cumbres de Tarrazú (cuya altura es casi un sello de origen), subimos a los casi 1700 metros de altura, a tierras con componentes volcánicos. Entre Naranjo y Zarcero se encuentra Llano Bonito. Ese camino serpenteante que finalmente lleva a San Carlos.

Desde la altura del microbeneficio Monte Solís, observamos todo este paisaje, todavía con el paladar saboreando la taza de café que Milena, barista parte de la familia Solís, nos había ofrecido en su rincón cafetero un poco más abajo del beneficio, en el restaurante El Mirador. Ahora hablamos con el que mete su mano en el café desde que está “naciendo”. Es don Hernán Solís, quien desde hace buen rato tenía la idea de procesar el mismo su café. 

Monte Solís es el nombre que tiene el microbeneficio que trabajan hace 3 años aproximadamente, pero en las venas de toda la familia corre la esencia del café. Sus antepasados de hace 5 generaciones comenzaron a sembrar café, pero como la mayoría de nuestros productores, se centraron en la plantación y luego entregaban su café a otros beneficiadores y exportadores.

“Desde hace 10 años que comenzamos nosotros a procesar nuestro café“, nos dijo don Hernán. “Primero trabajamos con nuestros amigos del beneficio Helsar y luego empezamos a beneficiarlo aquí; en el 2013 decidimos llevar varios lotes a Taza de la Excelencia y para alegría de todos, obtuvimos el 9º lugar“.  Esto les confirmó la calidad de café que producían sus cafetales.

La familia Solís cultiva variedades tradicionales como el Caturra, pero también prueba e investiga con variedades como Villasarchí (reconocida por su calidad de taza), Villalobos y están comenzando a trabajar con Geisha. “Cada cosecha procesamos unas 200 fanegas de café aquí en el beneficio”.

El microbeneficio es como un tesoro muy querido para don Hernán. Lo tiene al lado de su casa y aunque no estamos en el tiempo de la cosecha, con total conocimiento de la materia, nos explicó a detalle cómo trabaja su café. Resalto de todo su proceso detalles como que procure que se recolecte café en su punto óptimo de maduración, que piensen en el medioambiente al momento de cultivarlo y cuidarlo de las plagas y también en el beneficiado, “aquí trabajamos semi lavados o mieles claras”, nos señala; los procesos miel y semi lavados no utilizan grandes cantidades de agua que si se vierten junto con los restos de la pulpa son dañinos para el ecosistema.

En una esquina está su patio de secado al sol, don Hernán sabe que entre 8 y 10 días se necesitarán para que el café esté seco, nos confesó que en el tiempo de la cosecha se puede pasar desde las primeras horas de la mañana hasta la noche, procesando con cuidado su café. Y es que en el café de alta calidad, cada detalle es vital. El café, por ejemplo, una vez que llega al beneficio no se puede dejar almacenado para el otro día; debe comenzar su proceso para evitar fermentaciones no deseadas; en los patios de secado, se debe estar moviendo cada cierto tiempo para que todos los granos reciban la cantidad de luz y calor necesaria.

“Hemos exportado café en los primeros años a Europa, Noruega especialmente, luego también hemos tenido compradores de Asia, Estados Unidos, Bélgica. El café de primera calidad se va mayormente, pero reservamos un porcentaje para el consumo nacional”. Su marca a nivel nacional ahora está en el proceso de darse a conocer a los consumidores locales.

En la bodega en donde reposan los sacos de café en pergamino y están almacenados los cafés en oro (ya pelados del pergamino), logramos ver, oler y percibir el trabajo de este productor, pero también su tenacidad y sueños.

Pudimos haber iniciado este proyecto antes, pero no se pudo”, nos explica mientras nos deja fotografiar y meter la mano entre los granos de café.  Don Hernán es un valiente recuperado de Guillain – Barré, una enfermedad que produce el debilitamiento e incluso la parálisis de los músculos, desde las extremidades inferiores hacia arriba.  Pero lo que vemos ahora es un vencedor de muchas batallas. “Me sirvió que siempre me ha gustado la actividad física, pero también ha sido un estímulo para mí poder trabajar en esto”, cuenta mientras bajamos la rampa de alto grado de inclinación que nos llevó hasta las bodegas y de vuelta.

La tenacidad, el trabajo constante y el café; parecen ser parte de los genes de la familia Solís. En uno de los cafetales oímos pájaros cantando; parece que nos trasladamos no solo en el espacio si no en el tiempo.  Estamos en una troja; una cabaña muy pequeña y muy rústica que Monte Solís ha querido preservar por su historia. Hasta aquí nos llevó don Delfín, el mayor de los hermanos Solís en su pequeño carro capaz de subir cualquier montaña.

En la casita toda hecha de madera en tonos oscuros,  están colgadas las fotografías de sus padres y abuelos. “Esta cabaña era refugio y almacén para cuando se estaba en el cafetal”, nos precisa Elizabeth, hermana también de Hernán y Delfín, dedicada a registrar y preservar la historia de su familia alrededor del café. “Pero también se usaba para la diversión, aquí se reunían los jóvenes de la zona para pasar la noche en fiesta”. Desde la troja seguimos el camino y a nuestros anfitriones por en medio del cafetal.

Las plantas ya tienen sus frutos verdes, aguardando por su crecimiento y su maduración. Si todo sale bien, la cosecha será en los últimos días de este año y a principios del siguiente. El viento que sopla, las ráfagas de olor a azufre que envía el volcán Poás, la amenaza de lluvia; producir café es una aventura, solo apta para espíritus emprendedores y apasionados como los de cada miembro de esta familia cafetera.

¿Quiere probar su café? Les invito a ponerse en contacto con ellos, búsquelos en Facebook como Monte Solís- Café Gourmet.