¿Cómo serán los caficultores del futuro?

No existe una visita a finca en la que no aprendamos algo nuevo: de cultivo, de manejo ambiental, de beneficiado, variedades… pero existe un factor que me llama la atención en particular en muchas de ellas: el cambio generacional de los caficultores.

Teniendo el cuenta el marco tan complicado en que se encuentra la industria el café, todos nos preguntamos por el futuro de nuestra bebida imprescindible. Yo me pregunto por los actores más importantes en origen: los caficultores y caficultoras. ¿Quiénes serán? ¿Serán iguales sus enfoques que los actuales? ¿Sobrevivirán?

Pensemos en la figura del caficultor actual en Costa Rica: hombre, de mediana edad o rozando los años de oro, con una educación básica. Un amplio conocimiento de su tierra y sus cafés, un buen arraigo a su origen, pero también a sus tradiciones, las que sus abuelos les enseñaron en las fincas de café.

La crisis del café, el clima, las plagas, el café de especialidad y el giro del consumidor hacia la trazabilidad están produciendo un cambio en los y las valientes que desean tomar la batuta de la caficultura.


Antes de ingresar al valle de Santa María de Dota un camino de curvas cerradas es mi forma preferida de entrar a la región de Los Santos (Tarrazú). Por la altura y el clima-vamos descendiendo desde el cruce de El Empalme; por muchos años se pensó que allí no se podía sembrar café… pero todo va cambiando.

En Quebradillas de Dota nos esperan Enrique y Víctor Romero Chacón, son hermanos y nueva sangre de caficultores que piensan en la calidad como una de las claves del futuro cafetalero.

Por Quebradillas subimos la montaña hasta alcanzar la bruma que la corona en esta época del año. Un cortejo de vacas nos dio la bienvenida. “Estamos ahora en Canet de Tarrazú, a unos 2 mil metros de altitud”, señala Enrique. Y a esa altura están sembradas las esperanzas de la familia que le puso a su café Tributos del Ota.

El entusiasmo de Enrique y Víctor (y tal vez la altura y el frío) me dan parte de la inspiración de este post: las características de los caficultores ticos del mañana. Según las expediciones cafeteras que hemos hecho, permítanme dibujar un borrador de cómo serán.

Serán menos, pero se priorizará en la calidad

Sabemos que el caso de los muchachos que me llevaron hoy a sus cafetales con tanta energía y nuevas ideas, no es la media en el café. Los caficultores son una población envejecida, sus hijos no quieren continuar el cultivo porque saben que es muy difícil y cada año se multiplican los problemas. El conteo del ICAFE refleja que cada vez son menos las familias caficultoras. Pero, como escribí en la historia de Daniela y Finca Don Lucas, una de las claves de un buen cambio generacional es el café de especialidad.

En Tributos del Ota (o la familia Romero Chacón) siempre tuvieron café. Su papá, don Víctor Hugo luchó con las estrecheces económicas, incluso tuvo que aventurarse a trabajar en los Estados Unidos (como muchos otros de la zona) para salir adelante. “Estando en Nueva York, sabíamos que eso era temporal, que teníamos que volver aquí, a nuestra tierra”, nos cuenta.

Los tres hijos de don Víctor y doña Thaís tuvieron la oportunidad de escoger y decidieron colocar cada uno su granito de arena en la empresa familiar: el café. Que siempre entregaron en fruta, pero que ahora, Enrique y Víctor hijo están explorando como un café que ellos procesen y vendan.

Esta idea la comenzaron hace 3 años, cuando Enrique (el más involucrado de los 3 hermanos), puso sobre la mesa iniciar el microbeneficio para buscar más oportunidades a su producto por el camino de la calidad.

Las mujeres estarán presentes abriéndose camino

La participación de las mujeres en la toma de decisiones del café es un tema que se abre paso con fuerza y que será parte del futuro: cada vez más mujeres que no solo son esposas que apoyan, sino hijas que toman la estafeta de sus padres en la finca, madres de familia que son las titulares de los cafetales y toman decisiones ejecutivas.

Aunque siempre luchando, yo sí veo mucho tinte femenino en el futuro de la caficultura impulsando la innovación, la calidad y el cuidado del medioambiente, por eso; no puedo dejarlas de mencionar.

Explorarán nuevas prácticas de cultivo y variedades

En la finca de Canet, la familia Romero Chacón está cultivando lo nuevo: variedades exóticas pero ya reconocidas como el Geisha, el SL28, Typica, Borbón. Hasta lotes experimentales de Híbridos, H17, entre otros. El caturra y el catuaí (las variedades más cultivadas en Costa Rica) se encuentran en sus fincas de Santa María de Dota y del Alto de San Pedro.

Víctor hijo y Enrique saben que la base de la empresa son los hermosos y crecidos caturras y catuaís, pero su mirada la tienen puesta en las variedades exóticas (una buena taza) y en los nuevos híbridos (que prometen más robustez y mejor producción sin perder calidad en sabor).

“Hace un buen tiempo, la caficultura en Costa Rica experimentó un cambio en el tipo de plantas, y ahí se comenzó con los caturras; ahora estamos a punto de experimentar un nuevo cambio”, coinciden los 2 hermanos.

Estos cambios no solo son variedades diferentes, sino también la adaptación de nuevas prácticas de cultivo y mantenimiento de los cafetales. Nuevos tipos de podas, la aplicación de una sombra diversificada… y son los nuevos caficultores los más dispuestos al cambio.

“Aquí la caficultura tradicional tal vez cuestione la distancia que le dimos entre cafeto y cafeto, el tamaño de la calle; pero nosotros estamos aplicando esta estructura con base al crecimiento que tendrán estas nuevas variedades”, describe Enrique. Estamos sobre una especie de terrazas y la sombra de diferentes árboles y arbustos (en vez de sembrar un solo tipo de árbol), también es intencionada.

El cambio climático será su motivo de resilencia

Las nuevas generaciones están más conscientes del impacto de su cultivo en el medio ambiente. Y aunque no todos los caficultores en Costa Rica han producido café con un manejo responsable, sí existe una relación estrecha entre los productores de calidad y el cuidado de su entorno. Y esta característica está aún más arraigada en los nuevos caficultores.

“Estamos tratando de implementar una agricultura más precisa, por ejemplo; en el caso de los fertilizantes”, describe Enrique. Recordemos que los agroquímicos tienen un impacto en los gases de invernadero y en otros aspectos del ecosistema. “Ya no se trata de aplicar lo que todos los demás usan, sino de estudiar lo que nosotros tenemos: nuestras plantas, suelos. Y así diseñar un manejo agronómico que impacte menos el medio ambiente”.

Tendrán mejor conocimiento de toda la cadena del café

En el pasado, los caficultores solo se enfocaban en cultivar su café y cosecharlo (que no es cosa fácil). Pero la coyuntura actual empuja a las nuevas generaciones a empaparse más de los otros eslabones que le siguen en la cadena.

El más próximo: comenzar a beneficiar su café. Una práctica que en el año 2000 apenas comenzaba en Costa Rica y ahora -solo en la región de Tarrazú- se encuentran más de 100 microbeneficios.

Pero esto los ha llevado a comprender que no solo basta con dominar su cultivo con la sabiduría de generaciones atrás, ni con innovar procesando su café ellos mismos y ofreciendo nuevas opciones a los compradores. También han descubierto que es necesario conocer el sabor de su café, para así ofrecerlo con propiedad.

No me extraña ver las salas de capacitación en cata de café como las de don Sergio Astúa en Tarrazú o la de Ciencia del Sabor en Naranjo, llenas de gente joven; hijos de caficultores: ellos quieren aprender a diferenciar defectos en su café, a mejorar perfiles, saber qué taza les da las nuevas variedades y alturas.

Enrique, de Tributos del Ota, ya es un enamorado hasta los tuétanos del café. Lo conoce desde su origen, en su familia y los cafetales y ahora también lo está estudiando desde la cata del café, barismo… e incluso el tueste.

Combinarán conocimientos académicos con tradición caficultora

Muchos de los jóvenes productores y productoras dejaron a sus familias en las regiones caficultoras para ir a estudiar en la ciudad alguna profesión técnica o incluso, un título universitario.

Los que decidieron volver a sus tierras de origen vienen con una visión innovadora. Quieren aplicar sus conocimientos, combinarlos con el producto del café. Me he encontrado con ingenieras, ingenieros, agrónomos, comunicadores, especialistas de agroindustria, profesores de matemáticas, técnicos, creadores de software; y créanme, todos están aplicando lo aprendido, en el café.

Otros han buscado capacitarse específicamente en el cultivo y beneficiado del café con las titulaciones que prestan institutos como el INA, el ICAFE o la SCA de Costa Rica. Todo ello le da una nueva vuelta de tuerca al café de Costa Rica, y en unos años lo vamos a ver a plenitud.


Mientras tuesta, Enrique está explicándole a unas visitas de Japón cómo han procesado y cómo están tostando el café que su familia cultivó. Víctor hijo, especializado en programación de software, está ayudando a optimizar los procesos del tueste y maquinando una tecnología para mejorar ese último paso.

Don Víctor Hugo y doña Thaís, miran lejanamente sus años en tierras norteamericanas, ahora sus hijos vuelven a echar raíces en donde todo comenzó. Su hijo menor , Julio, está inmerso en la preparación de sus exámenes universitarios, ¿se involucrará en el café? Aún no se sabe, pero de alguna forma ya es parte.

Herederos y herederas de genes cafeteros

Y aunque he mencionado que estos nuevos caficultores serán los agentes del cambio en la producción del café del futuro, creo que nada de esto podría ser posible sin el impulso de su generación predecesora.

En la buena mayoría de las visitas a microbeneficios y proyectos de café, observo esa transición en donde los padres le heredan ese amor por su tierra, ganas de innovar, y pasión por el café a sus hijos e hijas.

Las generaciones atrás de Víctor y Enrique están muy presentes en su trabajo diario. Caminamos por los trillos y “calles” que sus abuelos abrieron, descansamos en una casa de más de 100 años de existir en Dota (perteneciente a la familia de su tía, Ángeles Chacón) y que ellos restauraron conservando su carácter original. “Aquí Ud. puede ver los pilones originales que se construyeron para sostener toda la casa”, me explica Víctor.

En las fincas, estos retoños del café siembran híbridos más fuertes, pero ellos mismos son una mezcla de empuje, pasión, innovación y tradición que está preparándose para la cosecha del futuro.


*Tributos del Ota: Su nombre se refiere al cacique indígena Ota, que gobernaba en el valle antes de que llegaran colonos de San José. El café de la familia Romero Chacón, ¡lo tenemos en nuestra tienda!