Familia, trabajo y disciplina están detrás del café ganador de Taza de la Excelencia 2020

Cuando les comunicamos que el café mejor calificado de este año por los jueces de Taza de la Excelencia fue un lote de la variedad Geisha, proceso miel, cultivado en León Cortés con un puntaje de 90.24, es algo que emociona, pero que -personalmente- no me da tanta perspectiva como conocer a los caficultores que trabajaron este café.

La familia Bonilla Solís es conocida desde los inicios de Taza de la Excelencia, de hecho, habían ganado el 1er lugar en el 2009. Su microbeneficio está incrustado en las montañas de Bajo Canet, Tarrazú y tienen varios lotes en la zona de Los Santos y en Chirripó.

Don Héctor Bonilla es la tercera generación de caficultores. “Recuerdo cultivar café incluso desde que estaba en la escuela”, recuerda don Héctor. Y su sabiduría va más allá de cómo cultivar café de altísima calidad, sino que se traspasa a ser una filosofía de vida que ha impregnado a sus hijos Pablo, Auxiliadora y Josué. Todos involucrados en el mundo del café (¿sabían que Auxiliadora es 2 veces Campeona Nacional de Barismo?).

Fotografías propiedad de La Cafeógrafa. Prohibido su uso sin autorización previa.

En honor al papá de don Héctor, el proyecto de procesar su propio café con alta calidad le pusieron Microbeneficio Don Mayo en el 2006. Para ellos, la apuesta clara era la calidad antes que el volumen y así han trabajado duro para producir café 100% trazable y de perfiles exclusivos que les compran clientes de Japón, Estados Unidos, Noruega, Corea del Sur, Taiwán, Australia e Inglaterra.

Conversamos con don Héctor y Josué -en este contexto tan atípico- con mascarillas de por medio. Sobre el café ganador, sobre cómo sacarle el partido a las variedades exóticas y quiero dejarles con ese tiempo lleno de sabiduría cafetera.

Fotografías propiedad de La Cafeógrafa. Prohibido su uso sin autorización previa.

Pero antes quisiera resaltar un par de consejos que dejaron a los caficultores para salir adelante en medio de la crisis, pero que son válidos para todos los que los escuchemos. “Siempre hay que mejorar, buscar destacarse pero siempre con luz propia”, reflexiona don Héctor. “También ser autocrítico”, suma Josué. “cómo puedo mejorar lo que tengo, si trabajo con calidad o si trabajo sobre productividad, siempre hay espacio para mejorar”.

Los finalistas de Taza de la Excelencia serán subastados de manera electrónica el próximo 5 de agosto, ¡estemos pendientes!